El yo como contexto y el yo como contenido

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La mayoría de personas, no considera a sus pensamientos como lo que realmente son, es decir, como simples pensamientos, automáticos y sin importancia; sino que los considera como verdades absolutas, como juicios absolutos, o al menos, como reflexiones realistas sobre la realidad presente o futura.

Muchas personas creen que ellas son sus pensamientos, o al menos que sus pensamientos forman parte de ellos mismos a nivel de identidad. Incluso a veces, pueden llegar a considerar también a las emociones como definitorias de sí mismas a nivel de identidad.

 

Por ejemplo, si alguien experimenta ansiedad muy frecuente, se define como una persona ansiosa, si experimenta timidez se define como una persona tímida, y si experimenta depresión, se define como una persona deprimida.

Qué es el «yo como contenido»

Cuando los pensamientos y las emociones parecen definir lo que uno es como persona, o cuando uno se siente totalmente identificado con sus pensamientos, decimos que es una persona que se cree cada una de las historias y conclusiones que sus pensamientos le cuentan o le dicen. Cuando eso sucede, en psicología se dice que uno está experimentando un sentido del “yo como contenido”. Y cuando ese contenido mental es muy negativo, el sufrimiento humano que esa persona experimenta también lo es.

 

En esas situaciones, es frecuente que aparezcan mecanismos encaminados a reducir consciente o inconscientemente la ansiedad y sufrimiento emocional que la persona está experimentando como consecuencia de creerse sus pensamientos negativos. Esto puede producirse en esencia, a través de dos formas:

1) La aparición de actos compulsivos,
2) La aparición de mecanismos de evitación experiencial.

 

Los actos compulsivos con cosas que uno hace, ya sea física o mentalmente, para tratar de reducir la ansiedad que le generan sus pensamientos. Por el contrario, la evitación experiencial, es la evitación de situaciones, o comportamientos para de ese modo, reducir la ansiedad que la persona experimentaría si tuviera que enfrentarse a esas situaciones.

Los comportamientos de evitación experiencial, muchas veces suponen una pérdida de calidad de vida para la persona, pues implica renunciar a experiencias enriquecedoras a nivel personal, o renunciar a resultados potenciales; ya sea a nivel de vida social, laboral o sentimental.

Entonces, esto es lo que sucede cuando uno se identifica con sus pensamientos y está experimentando un sentido del “yo como contenido”.

 

Qué es el «yo como contexto»

yo como contextoLo opuesto al yo como contenido, recibe el nombre de “yo como contexto”, e implica darse cuenta de que los pensamientos y emociones son simplemente experiencias variables y momentáneas, que van y vienen. En este caso, los pensamientos y emociones no nos definen como persona, ni son verdades absolutas, ni uno es responsable de la aparición de esos pensamientos.

 

El yo como contexto, podría concebirse también como la parte de nosotros que observa los pensamientos y emociones como algo externo, como algo separado de uno mismo a nivel de identididad. Digamos que es esa parte de nosotros que permanece constante, que no se ve amenazada por los pensamientos y emociones negativas, y que observa los pensamientos y emociones cambiantes momento a momento. Los observa, como quien observa la película que se está proyectando en la pantalla de un cine. Solo que en el caso de los pensamientos, esa pantalla se llama mente, y está en nuestro cerebro.

 

Eso significa que el yo como contexto, implica saber diferenciar por un lado el yo estable, permanente y eterno; y por otro lado el pasajero flujo de pensamientos y emociones que van y vienen. Y por supuesto, entender que son dos cosas distintas, y adoptar esa perspectiva de observador, de conciencia que observa el contenido de los pensamientos, que ve todas esas historias o películas mentales del mismo modo que un espectador en la butaca de un cine observa la historia de la película que está siendo proyectada en la pantalla de un cine.

 

Las implicaciones de desidentificarse de los pensamientos

Cuando uno entiende esto, y sobre todo cuando comienza a asumirlo no solo intelectualmente, sino también emocionalmente; comienza a aparecer una separación entre uno y sus pensamientos, que abre la puerta a la posibilidad de cambiar el modo en que uno se relaciona con sus pensamientos problemáticos y con sus juicios mentales negativos.

Entonces, lo que sucede es que si un pensamiento o una emoción, no son considerados como algo auto-definitorio, si tú tienes claro que tus pensamientos y emociones. no te definen como persona; lo que sucede es que esos pensamientos y emociones dejan de ser tan importantes, tan amenazantes, tan temidos; y por tanto más fáciles de aceptar y de ignorar.

Y cuando uno adopta una actitud de observador de su mente y de sus pensamientos, toma conciencia de que eso que antes tanto le amenazaba, le inquietaba o le perturbaba, en realidad no es tan amenazador, ni tan inquietante, ni tan perturbador; como él hasta entonces creía que eran.

 

Y a partir de ahí, es mucho más fácil aprender a elegir si uno desea creer o no cada una de las cosas o las historias que sus pensamientos intrusivos le cuentan, y comienza a disolverse el conflicto que se había establecido entre uno y sus pensamientos intrusivos. Ese es el elemento que determina más claramente el inicio de la mejoría y el avance hacia la curación. Pero recuerda que no es suficiente con entenderlo racionalmente, hay que asimilarlo a nivel inconsciente, a nivel emocional. Y sobre eso hablo más en la segunda parte del

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